Aprendiendo a escuchar

Cuando hablamos de comunicación, lo primero que viene a nuestras mentes es el juego infantil (y no tanto) del teléfono descompuesto, en el cuál, una frase pasaba de boca en boca y llegaba totalmente distorsionada al final de un serie de jugadores. Si prestamos atención, este juego aparentemente superficial, nos esta alertando de una situación clave, es tan importante saber escuchar como saber hablar.

Escuchar atenta y activamente son dos factores fundamentales dentro de la comunicación, porque dan por tierra el preconcepto de que escuchar es una situación pasiva. Prestar atención, significa estar pensando en el significado de las palabras que escuchamos, ponernos en lugar del otro y comprender el sentido de los que estamos escuchando. Para lograrlo, simplemente debemos de dejar de pensar en otra cosa, de adivinar, de suponer, de anticipar, de armar nuestra respuesta, al mismo tiempo que escuchamos.

Escuchar activamente es animar a los demás a que hablen de si mismos, de sus ideas y sus emociones. Lograrlo es más simple de lo que parece, se trata de preguntar y repreguntar. La pregunta atinada estimula la respuesta y la repregunta (solo quienes están muy atentos las hacen) se enfoca sobre la respuesta misma, el objetivo es indagar y ayudar a pensar al que habla. Se parece tanto a una conversación, que muchas veces el que más habla no se da cuenta de la diferencia y se siente feliz porque alguien se intereso en él....cómo ? escuchando atenta y activamente!.

La mayoría de nosotros pretendemos hablar primero y solo de aquello que nos importa a nosotros, que los demás escuchen nuestras opiniones y expresar nuestros puntos de vista e ideas sobre lo que sea. Competimos para monopolizar la conversación, y si además logramos imponer nuestra razón a los demás, mejor !!

Aquí esta la clave, todos somos más parecidos de lo que creemos, si somos concientes que los demás quieren ser escuchados tanto como lo deseamos nosotros. Hagamos con ellos lo que queremos que nos ocurra, ESCUCHEMOSLOS!

...porque es una forma de aprender,
...porque es una forma de entender,
...porque es una forma de mejorar,
...porque es una forma de abrir nuestras mentes,
...porque es una forma de descubrir otras respuestas,
...porque es una forma de ayudar a los demás.

Che, vos ! ...como te llamas ?

Como nos cuesta recordar los nombres propios de las personas que vamos conociendo a lo largo y "ancho" de nuestras vidas, tanto en el ámbito laboral como en el personal.


Si hacemos una cuenta simple para validar en nuestra propia realidad, comenzamos a sumar compañeros de la escuela primaria, la secundaria y de los más cercanos el nombre de sus padres y hermanos.

A esto sumemos los amigos del club, la gente que trabaja alrededor, maestros, profesores, porteros, seguridad, administrativos. Entonces sumemos también a nuestros parientes, además de los más cercanos, o sea, tíos y primos.

Y de nuestras relaciones personales, ex-parejas y sus entornos familiares.

Ya con familia propia, tenemos que agregar la familia política, los amigos de nuestras parejas. Y estamos dejando afuera la universidad y nuestros trabajos. Sumemos entonces, compañeros de estudio y compañeros de trabajo y contactos laborales de otras empresas y clientes.

OK, ya sé, faltan los hijos, la escuela, los compañeros, los maestros, los otros padres y abuelos. Suficiente ?..........

Que ganamos con recordarlos ? …fundamentalmente que no sientan lo mismo que siente uno, cuando alguien se equivoca con nuestro nombre o simplemente lo olvida.

Referirnos a las personas por sus nombres demuestra al menos, una amabilidad, que se base en habernos tomado el trabajo de recordarlo… Yo estoy convencido que quien recuerda mi nombre, es porque me recuerda… y a todos nos gusta que nos recuerden

Muchas grandes personalidades de la historia, cultivaban el hábito de recordar el nombre de las personas con las que interactuaban, sin importar de que manera, ni a que nivel. Respecto de sus nombres todos tenían el mismo rango. Estas personalidades compartían algo más, todas fueron queridas y siguen siendo recordadas aún hoy por ese pequeño gran detalle.

El nombre de cada uno de nosotros es al cabo tan solo un sonido, que nos acompaña desde el principio al fin, quizás por esa única razón es un sonido agradable para nuestros oídos…

Sonría, todos lo necesitamos.

Cuantas veces escuchamos o leímos que para sonreír solo se requiere el movimiento de 14 músculos ?

Aquellos que naturalmente no tenemos una sonrisa fácil (no me refiero solo a la actitud de sonreir, sino también, a la sonrisa esa que se dibuja sola, en la cara de algunas personas, a las que normalmente llamamos "simpáticas"), debemos prestar atención y ver que sucede en los demás cuando sonreimos al saludarlos, al tener una conversación, al comunicarnos. Ese feedback será la mejor señal para darnos cuenta que tenemos que hacer diferente para lograr otro clima a nuestro alrededor.

Recordemos que somos un espejo los unos de los otros, y lo que nos sucede a nosotros, es lo mismo que le sucede a los demás cuando están con nosotros. Probemos ser los primeros en sonreir y veremos como cambia el entorno alrededor nuestro.

Es posible que estemos tan enfocados en nosotros mismos, tan pendientes de nuestras responsabilidades, metas, objetivos y obligaciones, que esperemos de los demás lo mismo que ellos esperan de nosotros y  esperando que el otro sonría primero, se nos va la vida...

Si el contexto influye positiva o negativamente en nuestros desempeño, entonces empecemos por influir nosotros en nuestro contexto, sin esperar, sin especular, tan solo anticipemonos y actuemos positivamente con una sonrisa siempre dispuesta.

Si queremos ser eficientes en nuestros costos, pensemos que básicamente fruncir el seño requiere utilizar 75 músculos de la cara, y sonreir solo 15, por lo tanto sonriendo gastamos menos energía y somos más eficientes en el uso de los recursos fisiológicos ! Parece una broma sino fuese cierto.